Índice general en el Capítulo 1.- LOS INICIOS, años 1956-1960, publicado el 2020-07-14
Nota importante: Esta publicación no es algo estático, sino que pretende recopilar todo aquello a lo que se pueda tener acceso siempre dentro de razonables limitaciones, por lo que se supone que su contenido sufrirá ampliaciones en datos, documentos, fotografías, etc., en sucesivas fechas tras su publicación según tengamos mejor o peor suerte. Para dar cuenta de ello, al principio de cada capítulo se expondrán los aumentos de contenidos más importantes que puedan existir en ese capítulo en concreto.
7.- EL CIRCUITO DE MONSERRAT-VENTA CABRERA
La década de los sesenta fue la década del cambio en el deporte del automóvil. En nada se parecían ya, lo que se llamaba “competiciones” en 1960, a lo que ya sí eran competiciones en el año 1970. Y una de las cosas que se iniciaron, y que necesariamente tenían que evolucionar o desaparecer, fue la de los circuitos urbanos de velocidad. En aquellos momentos el factor seguridad, trazado y selectividad, no era contemplado como algo básico, y tanto los participantes como los espectadores corrían verdaderos riesgos y discriminación deportiva en función del vehículo al que podían acceder.
Varias ciudades, encabezadas por Barcelona, realizaron este tipo de competiciones hasta que pronto advirtieron la imposibilidad de seguir llevándolas a cabo y derivaron sus iniciativas a la creación de circuitos fuera de zonas urbanas, con unos trazados ya diseñados para la competición y con unas medidas de seguridad aceptables para aquellos años.
El Real Automóvil Club de Valencia y la Federación Regional de Levante, a pesar de sus graves problemas financieros, mantenían una gran ilusión de que Valencia contara con un circuito de velocidad en el que poder celebrar periódicamente competiciones. Madrid ya había iniciado las obras de su circuito de El Jarama, que se inauguraría en el año 1967, y se quiera o no, esto era algo que incentivaba a otras poblaciones importantes, y Valencia no podía ser menos.
Ahora bien, posiblemente, en aquellos momentos, viniendo como se venía, de competiciones de regularidad y, en todo caso, con vehículos de escasas prestaciones, y sin tener en cuenta el ejemplo de El Jarama, no se percibió con la suficiente claridad que los tiempos estaban cambiando, y que un trazado de velocidad sobre carreteras normales, en modo alguno selectivo, tremendamente peligroso y rodeado de unas urbanizaciones que iban en alza, no podría llegar a ser nunca el circuito que Valencia necesitaba.
Pero no existían financiaciones, en la España de esos años no había dinero para unos circuitos que se consideraban artículos de lujo por parte de la administración y de una gran parte de la población, y el Automóvil Club se financiaba exclusivamente con las cuotas de sus socios. El Club pasaba verdaderos apuros económicos. Por esa razón, y a pesar del citado ejemplo de El Jarama, se decidió apostar por acondicionar un antiguo trazado que ya anteriormente había sido utilizado en pruebas de motos y vehículos de una forma muy esporádica, con una longitud de 10.300 metros, y situado junto a la localidad de Monserrat.
Plano general de situación del circuito. Google Maps
Trazado del circuito. Google Maps
El pensar en adquirir unos terrenos y construir un circuito era sencillamente ciencia ficción, por lo que de alguna manera no existía alternativa: o se intentaba aprovechar el trazado de Venta Cabrera o sencillamente el construir un circuito permanente era algo imposible.
La ilusión y el deseo de los miembros del Automóvil Club parecían ser suficiente para vencer todos los obstáculos; y se trabajó mucho, se invirtieron muchas horas de trabajo, muchas visitas a organismos, a empresas, se pidieron muchos favores, se hicieron muchos cálculos… Pero desgraciadamente hubo que aceptar con tremenda decepción, tras celebrar dos pruebas, que el deseado Circuito de Monserrat-Venta Cabrera resultaba inviable. Incluso se celebró en él una carrera de la Copa TS y una del Campeonato de España de Velocidad. Pero eso fue todo. Lo veremos en un próximo número.
Entre los participantes en las competiciones las opiniones estaban divididas, había quienes aceptaban simplemente el circuito, otros lo consideraban poco apto, con mal pavimento, poco selectivo y obsoleto (solamente tenía tres curvas que se peraltaron) e incluso peligroso, y había quien consideraba que su ubicación no era la idónea.
En una entrevista concedida por Mario Martin Pascual, Director Técnico de la Federación, a Manuel F. Soriano Tola, en la revista Automóvil Club de Valencia (nº4, noviembre de 1969) se le pregunta: “P. ¿El tan cacareado circuito de Venta Cabrera traería a Valencia beneficios de alguna índole? R. El circuito de Monserrat-Venta Cabrera que esperamos sea en breve una palpitante realidad vendrá a demostrar que para una ciudad que se precie de caminar a ritmo europeo es indispensable, y que el beneficio que recibirá a cambio será el inmediato prestigio de poder celebrar en él pruebas de rango internacional.
Pero será Monserrat, ese pequeño pueblecito que da nombre al circuito, al que habrá que agradecer más que a nadie la realidad de su existencia. Y resulta paradójico que un pueblo que solamente conoce de tractores agrícolas y de carros, se haya preocupado tanto de los automóviles de competición”.
Mario Martín Pascual, gestor y alma del deporte automovilístico en la federación levantina (Foto P. Cascales 29-09-1974, Castellón de Rugat)
Esta respuesta de Mario Martín, una persona competente y extremadamente eficaz, muy conocedora del mundo del automóvil, al que dedicaba toda su vida, causaba ya en aquellos momentos cierta perplejidad. No digamos hoy. Porque pensar que esas tres carreteras vecinales abiertas al tráfico diario, con un trazado formado por tres rectas de más o menos tres kilómetros cada una y rodeado de núcleos urbanos, podía llegar a ser un circuito internacional de velocidad resultaba muy poco factible. De hecho, como veremos en un número próximo, cuando se intentó hacer una prueba de cierta importancia, significó su fin.
La única explicación es que en aquellos años todavía se miraba al pasado, al tipo de competiciones como Le Mans, sin salvar las abismales distancias y sin llegar a verter esa loable iniciativa en hacer un circuito según lo que ya se preveía que iba a exigir el futuro: unos circuitos permanentes, con trazados diseñados y selectivos de entre 3,5 y 5 km, grandes medidas de seguridad, boxes, aparcamientos, accesos, no afección a colindantes, dotaciones… Pero claro, eso entonces era absolutamente impensable. Hace ya unos 60 años.
Veremos en posteriores números las pruebas que se celebraron en este circuito, con toda la ilusión y el apoyo económico de diversas marcas comerciales que siempre estuvieron junto al Automóvil Club; y esos apoyos, no sólo se ciñeron a la pretendida creación del circuito, sino que además permitieron realizar casi todas las competiciones como rallys y subidas en cuesta. Recordemos a Vilarrasa (Rally Novopan), Cano (Rally Autocano), Serratosa (Rallye Saica) “El Minuto” (Subida en Cuesta), Peris (Rally Fallas) y otros, que a medida de sus posibilidades aportaron su contribución económica. Intentaremos señalar su desinteresada contribución para que exista constancia de ello en próximos números aún a riesgo de pecar de omisiones. Pedimos para ello las oportunas rectificaciones.
El proyecto del circuito seguía adelante, Madrid había dado el visto bueno, y aparte de las empresas comprometidas, también un miembro del Automóvil Club, que coincidió que estaba a punto de realizar una urbanización colindante con el circuito ofreció sus instalaciones. Esta sociedad era la empresa Andreu y Bosh, que en carta remitida al Automóvil Club el 10 de noviembre de 1969 manifestaba lo siguiente: “Pongo a disposición de esa Federación (…) la finca y edificio que poseo bajo el nombre de Huerto La Rabassa en el linde mismo del circuito, junto al punto kilométrico 18 de la carretera de Silla a Turís, con alta terraza situada justamente entre el peralte de Venta Cabrera y el 2º peralte de la susodicha carretera, y desde la que se domina la casi totalidad del circuito.
Puede ello servirles de cómoda estancia y control de las pruebas, caso de que, cara al mal tiempo, necesiten de espacio cubierto y resguardado. Todo ello con entera libertad y confianza por parte de Vds., por cuanto es inminente la aprobación definitiva de la urbanización del mencionado huerto en plan residencial; y todo ello puede redundar en un mutuo y recíproco anhelo de que el Circuito en cuestión y la zona que lo circunda vayan teniendo la importancia y lugar que les corresponde”. (Revista Automóvil Club nº 4, noviembre 1969)
Esta empresa aportaba un plano de situación en dónde ubicaba sus instalaciones.
Ubicación de la finca Huerto de la Rabassa en el Circuito de Monserrat-Venta Cabrera
El 9 de noviembre de 1969 se celebró en el circuito el I Trofeo Regional de la Federación de Automovilismo de Levante (velocidad) con 23 inscritos, conjuntamente con la penúltima prueba de la I Copa Nacional Renault R-8 TS con 15 inscritos. El acontecimiento resultó todo un éxito por la amplia participación y la gran afluencia de un público deseoso de asistir a un espectáculo inédito como era el ver competir de cerca –demasiado– a un numeroso grupo de vehículos que luchaban entre sí y contra el cronómetro.
Pero este éxito de participación y de organización no podía ocultar los serios problemas que se cernían sobre la permanencia del circuito. Existieron tímidas críticas sobre el tipo de trazado, el estado del pavimento y su peligrosidad, pero también mucha comprensión a los esfuerzos y trabajo de una organización que apenas sin medios y sin tiempo había logrado que la prueba se celebrase, afortunada y milagrosamente sin consecuencias.
Por lo tanto, este proyecto de circuito no acababa de convencer a un amplio sector de pilotos e incluso de aficionados. El Automóvil Club, entre la espada y la pared, por su falta de medios económicos por una parte, y su compromiso de que Valencia contase con un circuito de velocidad, por otro, hacía todo lo que podía y estaba en sus manos, luchando contra verdaderos imponderables.
Parecía que el trabajo de la organización no era conocido ni valorado, y así, en la revista del Automóvil Club de abril de 1970, nº 9, se publica un editorial en el que queda patente la lucha y los sinsabores que sobre la creación del circuito se estaban viviendo.
“EDITORIAL. Si tuviéramos que poner título a este Editorial, no dudaríamos en llamarle “Circuito Monserrat-Venta Cabrara, Fuego Latente” porque es el título que más le cuadra, debido a como están actualmente las gestiones de nuestro ansiado circuito.
Son muchísimas las consultas que sobre este asunto nos llegan constantemente e incluso nos acusan de tener a nuestros lectores poco informados de ello, pero queremos aclarar que cuando demos información queremos hacerlo con cosas tangibles y con realidades inmediatas. Encontramos lógico que la gran afición por el automovilismo está inquieta y ansiosa por tener un circuito propio para competiciones de categoría, pero hay que tener muy presente que son muchas las personas, los organismos y otras importantes piezas, las que hay que mover en este gigantesco tablero de ajedrez.
En este caso el guardar silencio no quiere decir abandono ni fracaso, al contrario, es simplemente, como antes decimos, querer cimentar la noticia sobre realidades y no sobre proyectos. Sucede amigos, que las gestiones preliminares, oficiales y oficiosas, son lentas, porque hay que tocar muchos puntos, allanar obstáculos, rozar intereses, que no son potestativos de una sola persona. Por otra parte están los nunca previsible cambios de cargos oficiales que obligan en muchos casos, a replantear la cuestión al titular entrante.
Ahora bien, lo que sí podemos afirmar rotundamente, es que tendremos circuito y de los buenos. Que las gestiones van por buen camino y que precisamente el pasado día 20, la Junta Directiva del Club y el Presidente de la Federación Regional de Automovilismo de Levante, así como varios técnicos e interesados en el proyecto, que estudiaron sobre el terreno diversos aspectos. A la reunión acudió el Sr. Alcalde de Monserrat con varios componentes de la Corporación Municipal.
Precisamente ese mismo día y aprovechando la visita de los anteriormente citados, la Urbanización Huerto de la Rabassa, en la persona de su director, Don Vicente Andreu, ofreció a todos una información amplísima de lo que será la Urbanización enclavada en el corazón del Circuito y ofreció las parcelas a los socios de ese Club, siendo después obsequiados con un bien servido aperitivo.
Así pues, podemos estar seguros de que las gestiones van por buen camino, y que todos prestan al proyecto su mejor ayuda y que sólo hemos de tener paciencia, pues las grandes realizaciones no son obra de un día”.
El ofrecimiento de la promotora del Huerto de la Rabassa era importante porque permitía, sin coste, poder acceder de manera inicial a un edificio para el control de las pruebas, pero eso no era todo, el verdadero problema estaba en el firme, en las medidas de seguridad y en el trazado, y si bien las dos primeras podían ser asumibles, la tercera de ellas tenía una solución muy complicada porque aunque nadie lo dijese, obligaba a adquirir terrenos para variar y hacer más selectivo y técnico ese trazado. Y eso era impensable.
En ese ambiente en el que aunque se disimulase, el desánimo iba cada día adquiriendo más protagonismo, se seguía trabajando pensando posiblemente en que llegase algún milagro económico desde la administración pública. Pero eso nunca ocurrió. Se pensó incluso el constituir una “Comisión Pro-Circuito”, siempre con el decidido apoyo del alcalde de Monserrat Aniceto Campos.
Reunión entre Automóvil Club, autoridades de Monserrat y promotores de la Urbanización Huerto de la Rabassa (Revista Automóvil Club, mayo de 1970, nº 10)
El incansable trabajo del Automóvil Club consiguió que para el siguiente año 1970, el II Trofeo FRAL a celebrar en el circuito Monserrat-Venta Cabrera fuese puntuable para el Campeonato de España de Velocidad, como última prueba y a celebrar el día 20 de diciembre. Era sin duda un regalo envenenado, porque las posibilidades de que esa celebración se volviera contra la entidad organizadora, dadas las condiciones del circuito, eran muy a tener en cuenta, y eso precisamente ocurrió.
Plano del circuito con el nombre del patrocinador en la prueba de 1970
El Campeonato se decidía entre dos pilotos en esta carrera (lo veremos en un próximo número), y ese mismo Campeonato exigía, para ser puntuable, un número mínimo de participantes (10). Se presentaron 20 inscritos. Suficientes, pero no todos estuvieron en la línea de salida. Entonces, la Escudería Montjuich, aduciendo peligrosidad del circuito retiró a sus ocho componentes, con lo que ya la prueba no era puntuable para el Campeonato de España, y esa Escudería, sin participar, se hacía con el título nacional. Al final sólo nueve coches tomaron la salida terminando cinco.
Esta maniobra escasamente deportiva, supuso un duro golpe para la organización y para la vida del circuito. Puede decirse que ese día murió ese circuito cuando apenas había nacido.
Hoy en día pocos saben, cuando circulan por esos tramos de carreteras, que un día formaron parte de un circuito de velocidad. Parte de ese circuito son hoy calles de la población de Monserrat. Las antiguas curvas peraltadas han desaparecido y sencillamente se han construido sobre sus antiguos trazados enlaces entre las tres carreteras.
Foto actual de Google Maps del antiguo circuito
Curvas nº 1, 2 y 3 en la actualidad. Fotos Google Maps
Curva nº 1 actualmente. El peraltado ha desaparecido y se ha construido un enlace entre carreteras. Foto José Miguel Vinuesa
Panorámica de la misma curva anterior nº 1. Foto de José Miguel Vinuesa. Puede verse: https://twitter.com/josemivn/status/673918981791686656?lang=es
El próximo número, el 8, año 1969